jueves, 3 de noviembre de 2011

El origen del conflicto

El pánico de 1819 sumió a los Estados Unidos en una grave depresión económica. Un hombre de negocios, llamado Moses Austin, perdió su liderazgo en los negocios de manufactura durante esta época. Después de un viaje a Texas, diseñó un proyecto para atraer colonos estadounidenses a la región, hecho que ayudaría a la Corona Española a desarrollar el área, y lo ayudaría a dar un gran salto en su carrera como negociante. En 1820 solicitó una concesión española para asentar trescientas familias anglosajonas en el territorio texano.
Su hijo, Stephen F. Austin, le ayudó a conseguir gente dispuesta a tal aventura. Al final de 1820, Moses Austin recibió la concesión del gobierno virreinal, pero murió en junio del año siguiente. Stephen F. Austin heredó la concesión otorgada a su padre e inició formalmente la colonización. Debido a la crisis económica en los Estados Unidos, no tuvo ningún problema en encontrar las trescientas familias estipuladas en el convenio.

La Independencia de México y la colonia texana

Los planes de Austin para la colonización fueron diseñados de acuerdo con las leyes vigentes en México en esa época. La declaración de independencia por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, en 1810, dio inicio a once años de guerra. Parecía que el triunfo final sería para el bando español, hasta que en 1821 algunos generales criollos, entre ellos, Agustín de Iturbide y Santa Anna, sellaron una alianza con los insurgentes mexicanos, hecho que determina el fin de la guerra de independencia, con la victoria de los mexicanos.
En diciembre de 1821, los colonos de Stephen Austin llegaron por tierra y mar a las inmediaciones de San Felipe. Para mala suerte de Austin, el nuevo gobierno mexicano no reconoció el acuerdo de la Corona Española. Entonces, viajó Stephen a la Ciudad de México, y tras una labor de tres años, la concesión española fue aceptada gradualmente por el Gobierno de la República. A lo largo de este período, Austin aprendió a hablar español y se hizo amigo muy cercano del insurgente mexicano José Antonio Navarro. En los años subsiguientes, trabajaron juntos para llevar más colonos a Texas.
Según los términos del acuerdo, todos los colonos debían convertirse al catolicismo, mostrar solvencia moral, convertirse en ciudadanos mexicanos y cambiar sus nombres ingleses por sus correspondientes hispanos. Cada uno sería dotado con cerca de 4 mil acres (16 km²) de tierra. Los colonos sajones se autodenominaban texians, y los latinos, texanos. La colonia floreció y por 1829 tenía una población de 18 mil personas. El propio Navarro se convirtió en propietario de más de 25 mil acres (101 km²) de tierra hacia 1830.

No hay comentarios:

Publicar un comentario