lunes, 7 de noviembre de 2011

Resumen de: Consideraciones sobre el factor religioso en la pérdida del territorio de Texas, 1821-1835

La introducción nos dice basicamente que durante el texto que hablará  de la separación de Texas desde la visión religiosa la cual influyó mucho en el resultado que nosotros conocemos.

Antes de la Independencia se planeaba en España una ley para distribuir tierras, esta fue promulgada
antes de la consumación de la Independencia.

Morelos en 1813 estableció requisitos para la inmigración donde los inmigrantes debían ser católicos romanos y artesanos y en la constitución de Apatzingán menos exigente se ofrecía la ciudadanía a los extranjeros católicos que aceptaran la Independencia.

El periodo que va de 1820 a 1830 parece ser el de mayor preocupación por el asunto y esto se tradujo en
la elaboración de leyes sobre él, así como de propuestas de colonización a extranjeros.

José Bernardo Gutiérrez de Lara en agosto de 1822 presentó un proyecto que garantizaba la libertad, propiedades y derechos civiles a todos los extranjeros católicos.

Al igual que este, pero mas realista  Valentín Gómez Farías presentó un proyecto en el cual proponía que
se pidiera a los empresarios cincuenta familias para proceder a la colonización, sin embargo esta no llegó a ser promulgada ya que Iturbide disolvió el congreso y creó la Junta Nacional Instituyente, misma que revisó y aprobó el proyecto de la Comisión de Colonización, ya desaparecida; de allí resultó la ley del 4 de enero de 1823, que tuvo corta vida Iturbide fue destronado, pero dio muestras de que su interés por regular la inmigración no era pasajero. En octubre de 1821 fueron aprobadas dos leyes que revelan su influencia.

Alamán se enteró de que la inmigración estadounidense era cada vez más difícil de controlar y si no se ponía fin al desorden, México pagaría un alto precio para restablecer su soberanía.

El 31 de enero de 1824 se formuló el Acta Constitutiva que establecía el régimen federal y cuando Guadalupe Victoria tomó posesión como primer presidente de la República, el Congreso ya había aprobado la ley del 18 de agosto de 1824 que se convertiría en la piedra angular de la colonización de México, aunque a diferencia del documento de Iturbide que quería abarcarlo todo, esta reflejaba las mal definidas limitaciones del poder que se derivaban de un sistema federal inexperto.

Coahuila formuló una de las leyes más liberales en materia de colonización: "Todo Coahuila y Texas se entregaba a los extranjeros sin más taxativas que el requisito de profesión religiosa, y la prohibición de ocupar terrenos comprendidos dentro de la zona fronteriza de veinte leguas y de diez a la orilla del mar".

Zavala, que con frecuencia se encontraba en malos términos con Alamán, representaba el polo opuesto a la política cada vez más restrictiva que éste seguía con respecto a Tejas.

Zabala esbribió: el gobierno de México era un anacronismo, mientras que el de los Estados Unidos era un modelo para el progreso. Se negó a aceptar la tesis de que el conflicto entre los Estados Unidos y México respecto a Tejas era inevitable y para él la colonización de Tejas por estadounidenses era el primer paso de un proceso pacífico en el que los mexicanos adoptarían las costumbres superiores de los colonos.
Al arribar el año de 1830, y a partir de los dramáticos informes que enviaban el general Mier y Terán y otros informantes sobre la situación de Texas y el inminente peligro de perderla,  Alamán, de regreso en el gobierno, quiso poner orden al problema de Texas. Declaró ante el Congreso que era urgente resolverlo.

La proposición de Alamán era unir a Texas con la nación, antes de que fuera demasiado tarde prohibir que se establecieran los estadounidenses. Así como fomentar la emigración de mexicanos al norte y permitir que entraran extranjeros de distintas lenguas y costumbres a las de los norteamericanos, además de aumentar las tropas para defender el territorio.

El 6 de abril de 1830 se expidió una ley, cuyo artículo 11 se refería a la colonización:

En uso de la facultad que se reservó el Congreso general en el artículo 7 de la ley del 18 agosto de 1824, se prohíbe colonizar a los extranjeros limítrofes en aquellos estados y territorios de la federación que colindan con sus naciones. En consecuencia se suspenderán los contratos que no hayan tenido su cumplimiento y sean opuestos a esta ley.

Desde la promulgación de la ley, en 1830, era tarde para detener la avalancha de colonos. De hecho la ley nunca fue acatada y solamente logró provocar el descontento del que son expresión las líneas precedentes. Así, pues, todas las medidas fracasaron. La idea de atraer europeos nunca pasó del nivel de planeación.

Un plan para establecer a no menos de diez mil alemanes parece que fracasó porque no se pudo garantizar oficialmente la tolerancia religiosa.

Unos por cada causa -pudo ser la tolerancia- y otros por otra, no consiguieron los tan anhelados emigrantes católicos para solucionar el problema del poblamiento del lejano territorio. De esos años data el último esfuerzo por imponer orden en los asuntos de Texas. Alamán fue arrojado del cargo en 1832, y la suerte de la ley de 1830 ha quedado consignada.

El aspecto de la tolerancia religiosa merece un tratamiento amplio que rebasa el propósito de este trabajo.

Los Estados Unidos, un país protestante ocupado en su expansión

Cuando en abril de 1814 Samuel Kemper junto con Bernardo Gutiérrez de Lara se apoderó de San Antonio de Béjar y proclamaron desde su plaza pública la independencia de México, el hecho despertó un enorme interés en los Estados Unidos y vigorizó las esperanzas independentistas.

Vinieron después las fórmulas conocidas de la Doctrina Monroe. "La doctrina Monroe únicamente expresó con toda claridad aquello en que creían los norteamericanos desde los comienzos de su política exterior: que existían dos mundos, el Viejo y el Nuevo, y que eran diametralmente diferentes y separados.



La realidad de la porción de Texas es que seguía siendo una región poco conocida y casi deshabitada. El núcleo de la colonia de Stephen Austin, heredero de la concesión hecha a su padre por el gobierno virreinal, era la empresa reciente que estaba lista para arrancar.

Austin tuvo que ir a la ciudad de México a que el gobierno independiente le refrendara la concesión virreinal. Permaneció ahí desde el 29 de abril de 1822, por espacio de un año, y seguramente influyó grandemente en el gobierno de Iturbide para la elaboración de la primera ley de colonización.

La mención de Luisiana reflejaba el hecho de que Austin y los demás colonos ya habían empezado su labor en la región.

El crecimiento de la población norteamericana en la región fue vertiginoso, también fue en suelo de Texas, en 1833, en donde se organizó la primera iglesia protestante metodista.

En 1824, cuando en México se establecía el régimen federal fue cuando se otorgó a los estados la facultad de legislar sobre materia de colonización; se ha visto ya como fue el estado de Coahuila el que dictó una de las leyes más liberales en esa materia y en abril de 1824, el señor José Antonio Saucedo, ministro encargado del Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores, comunicaba al poder ejecutivo lo que a su vez había recibido del jefe político de San Fernando (sic) de Béjar a propósito de la ocupación indebida, por parte de familias angloamericanas, de algunos terrenos pertenecientes a la provincia de Texas.

Hasta aquí los botones de muestra de distintos puntos de vista sobre la realidad del poblamiento y por su parte, el elemento mexicano se mantenía en la misma cifra de habitantes, de 3 500 a 4 000.

En cuanto a los mexicanos residentes allí, la información sobre sus condiciones de vida y sus cualidades no resulta muy alentadora.

En el transcurso de trescientos años, el gobierno español había llevado a Texas únicamente cuatrocientos súbditos, sólo las comunidades de Austin aumentaron de dos mil habitantes que tenían en 1828 a más de cinco mil quinientos, tres años después.

Ya para 1836 había más de veinticinco mil hombres, mujeres y niños blancos, esparcidos entre el río Sabinas y San Antonio de Béjar, y el número de residentes anglosajones era muy superior al de origen hispano.

La fricción entre los mexicanos y los norteamericanos, en Texas, probablemente fue inevitable. Los mexicanos, acostumbrados a siglos de paternalismo español, no estaban preparados para aceptar las responsabilidades que los angloamericanos asumieron inmediatamente.

Tarde llegaron las urgentes medidas de Lucas Alamán para contener la fuerza de la colonización anglosajona, las cuales se reflejaron en relaciones cada vez más difíciles entre colonos y gobierno.

La participación activa en estos asuntos de los liberales separatistas mexicanos tampoco es para nadie un secreto. Rebasan los propósitos de este estudio las variadas implicaciones de dichos sucesos, para ejemplificar recojo una curiosa interpretación norteamericana del final de esta historia:

Los norteamericanos de Texas estaban desconcertados con los giros de la política mexicana y la incertidumbre sobre su situación. El gobierno mexicano se mostró indiferente ante la necesidad de fomentar la educación y el cumplimiento de las leyes, y no dio esperanzas a los norteamericanos de que se separaría a Texas del estado de Coahuila. Esta falta de atención así como las actitudes opuestas hacia la religión y la esclavitud, contribuyeron al nuevo giro que puso en peligro el futuro de los vecinos anglosajones y latinoamericanos.

La colcusión nos dice que: el estudio cuidadoso de algunos de los aspectos que conformaron la realidad del poblamiento de Texas durante los escasos años a que me he referido darán mayor claridad al desenlace de este episodio de la vida de México.

 Uno de esos aspectos se refiere a la defensa de una pretendida hegemonía de México, por parte de los conservadores, sus leyes y sus gobiernos, apoyada en cierta medida en un punto que resultaba débil: la intolerancia religiosa.

Desde el mirador liberal, con una fuerte dosis de idealismo y una más de anticlericalismo, llevaba a los individuos a considerar que la transformación de México en un país moderno, provendría de su contacto y relación con el país del norte.

El aspecto quizá más relevante por estar en mayor medida apegado a la realidad de los acontecimientos, el de ese ser moderno, "industrioso" y protestante que encuentra en la acción decidida y en su éxito en determinado momento y lugar, la justificación para desentenderse de la ley.


Innumerables documentos puntualizan el hecho de que los intereses norteamericanos en Texas fueron bastante tempranos y que movieron a personajes de primera línea de su gobierno a buscar la forma de conseguir el territorio.

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